domingo, 24 de febrero de 2008

Rafael Granero pac 1 sociologia

(traduït del català al castellà mitjançant els serveis de http://www.opentrad.com/ –Serveis de traducció entre llengües oficials espanyoles–. L'autor agraeix a la Universitat Politècnica de Catalunya, la Universidad del País Vasco, la Universitat de Alacant, la Universidad de Vigo, la Fundación Elhuyar y les empreses Eleka Ingenieritza Linguistikoak e Imaxin Software l'esforç esmerçat en aquest projecte. Més informació en la pròpia web i en:

http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Arranca/primer/traductor/automatico/gratuito/lenguas/oficiales/Espana/elpepiautcat/20060531elpcat_14/Tes/)

Institución Social.1

Según Durkheim (115, Durkheim), la ley, "más que cualquier otra institución social ... ilustra perfectamente" (més que qualsevol altre institució social ... il·lustra perfectament) la calidad de ser una cosa, en cuanto que externa, dura como una roca, dada con anterioridad y coactiva: tiene una existencia objetiva. Pero no siempre ha sido así. La ley tal y como la conocemos, como institución, también tiene una historia.

El Código de Hammurabi (s. XVIII a. de C.) y la ley del Talión sustituyeron a la venganza sin cuenta ni límites (112, la venganza no es un instinto). La ley del Talió (`ojo por ojo, diente por diente': el castigo no puede ser mayor que el perjuicio) estableció la pena desde los límites y ya no permitió correctivos realizables hasta los límites. No sólo colocó fuera de la ley las venganzas encadenadas y sin fin, tanto en el tiempo como en el objeto, sino que significó la aparición de una nueva área del conocimiento, podemos decir que produjo un corte epistemológico que, con el tiempo, daría lugar a la justicia penal, con su conjunto de abogados, fiscales y jueces. Este conocimiento -logos- fue impregnando a la sociedad. Poco a poco, así pues, la ley del Talión -y el Código de Hammurabi- inició un proceso de institucionalització (113, canalización de la conducta).

La anterior institución (el deber de vengar la ofensa y la oprobio, bajo pena de exclusión y ostracismo, o incluso de padecer físicamente la pena, (113, aparente inevitabilitat y 114 engaño y mala fe) fue siendo sustituida (o sometida) a la nueva institución: la nueva ley. Con la interiorització de la nueva ley, hasta hacerla, como dice Arnold Gehlen (111 y 170 pseudo-instinto), poco menos que instintiva (hoy nadie aceptaría volver a la venganza (113, adecuación del comportamiento), que lo entendemos como siempre desmesurada; y cuando ocurre, tachamos de salvaje y bárbaro al individuo o a la sociedad que lo tolera y lo acepta (115, expectativas)), nos protegemos y protegemos la condición de existencia de la propia sociedad (sin la cual no tendríamos ninguna oportunidad de sobrevivir, o cuando menos, de tener la actual esperanza de vida) (174, pantalla protectora)

Su institucionalización creó, asimismo, una nueva estructura de poder que, como el freno al coche con respecto a la velocidad posible (115, límite y recompensa), permitió un desarrollo social hasta entonces desconocido: un incremento del grado de libertad alcanzable. Y esta nueva concepción del castigo, con evidentes matices pero sin significativos cambios de fondos, ha perdurado hasta nuestros días: por un ojo exigimos su equivalente en compensación tasada por el juez: privación de libertad, dinero, servicios, etc. a ser entregados por la persona responsable del hecho criminal, o de forma subsidiaria, por la sociedad (UOC, Sociologia, Mòdul 3 – La Societat II, pàg. 15, definicions amb valor normatiu). En este sentido, esta institución no se merece ser reprovada como aquelloo cuya l existencia se mantiene por mor de la estupidez humana (89, la inercia estúpida), pero sí es cierto que de ella tenemos una percepción imprecisa (28, nos rodea), percepción que si además es errónea, muchas veces lo será por culpa de los mismos que la hacen funcionar (abogados, fiscales y jueces) y no por culpa de los ciudadanos.

La ley, como institución, aparece como la respuesta social a un mayor nivel de complejidad en la organización de la sociedad. Dejando al margen actuaciones bastardes e inicuas, que responderían a someter a la institución a los intereses de unos pocos y no al del conjunto de la sociedad, la ley ayuda a organizar la vida y a solucionar los problemas prácticos que la convivencia trae de forma ineludible (174, protegiendo la libertad). Su carga amenaçadora y coactiva (el freno del coche) no sólo es la mera condición de posibilidad de vivir juntos, con intereses a menudo contradictorios, sino que pertenece a aquello que tenemos que saber: "el que quiere el fin, quiere los medios". No tenemos derecho de ir con "el lirio a la mano" (La Societat II, UOC, pàg. 11).


Advenimiento de la Modernidad: materialismo histórico, división del trabajo social y racionalización.

Si tal y cómo dice T. Watson, "La sociología [es] el estudio académico de las relaciones que se establecen entre los seres humanos al organizarse o ser organizados por otros en forma de sociedades", y dado que los seres humanos ya viven en sociedad desde hace miles de años, dar respuesta a la pregunta de por qué no aparece tal estudio de forma diferenciada hasta la advenimiento de la Modernidad es un paso que necessariamente debemos hacer.

El mismo autor nos da una pista: la salarización. Este fenómeno, a estas alturas totalmente asumido a escala global (incluso los inmigrantes que vienen de los países más atrasados, ya saben -ni que sea porque se lo acaban de explicar- que vienen por un salario), no sólo era totalmente extraño (a pesar de que esto sea relativamente significativo: desde siempre aparecen nuevos fenómenos), sino, y sobre todo, se imponía a tal velocidad, implicaba tal cambio de mentalidad que la aparición de esta nueva sociedad significó una convulsión en un grado desconocido. Estas dos características (radicalidad y velocidad) imprimieron tal violencia al cambio que permitió a los padres de la Sociologia (Marx, Durkheim y Weber) percibir con claridad el contraste entre la sociedad moderna -que estaba naciendo literalmente bajo sus barbas- y la sociedad tradicional -que se afanaba para sobrevivir.

Hay un substrato común a los tres pensadores y a la Modernidad: la búsqueda científica de la verdad. Y una condición de posibilidad común también para su desarrollo: tal y cómo dice Foucault, después de la Ilustración, la transmisión del conocimiento ya no se apoyará en una relación pasiva entre el sujeto que sabe y el sujeto lego, sino que será producto de una relación activa que ira del sujeto hacia el objeto. Marx, Durkheim y Weber interrogaron de forma sistemática al objeto (la sociedad) y esta interrogación fue la cuna de la Sociologia.

Siguiendo a T. Watson, la Sociologia trata de los problemas experimentados a raíz del vertiginoso desarrollo del proceso de industrialització (cambios en la organización del trabajo, la aparición de la burocracia, el paso de comunidad a familia nuclear y el protagonismo del individuo, la vida urbana, la salarització) y los mira bajo la máxima ilustrada que del "así es" no se debe deducir "así tiene que ser".

Será Marx quién, en esta línea, más lejos llevará su análisis crítico de la sociedad. Con su teoría del materialismo histórico, que basa el acontecer de la historia en la resolución de las contradicciones que en cada época los cambios en las fuerzas de producción provocan en las relaciones de producción existentes (sistemas de apropiación y distribución), resolución que se concreta en la lucha de clases y que, en la edad moderna, significará el paso a un nuevo estadio: el "fin de la prehistoria de la sociedad humana".

Durkheim, en su tesis doctoral, puso el foco del cambio en la división del trabajo social. Esta división, que viene propiciada por el incremento en la frecuencia de contactos (debido tanto al crecimiento de la población como a su urbanización), afectará tanto al tejido económico e industrial (especialización dentro la fábrica) cuanto a todo el espectro de instituciones sociales ("gobierno, derecho, ciencia, artes, educación..." El pensament sociològic I, UOC, pàg. 29). Para hacer más visible el cambio de paradigma, este pensador distinguía entre solidaridad mecánica (división baja del trabajo, propia de las sociedades tradicionales) y solidaridad orgánica (división alta del trabajo, propia de las sociedades modernas e industriales).

Weber, que por otra parte, y según R. Boudon, será más propenso a utilizar el individualismo metodológico (método basado en la aproximación científica a los fenómenos sociales, dando más responsabilidad a las personas, en cuanto que individuos, que a las estructuras), propone el proceso de racionalización como el motor de cambio de la sociedad tradicional a la moderna. Este proceso de racionalització no comporta ningún sentido moral (no tiene por qué ser ni bueno ni malo), tan sólo pide establecer la eficiencia (escoger el medios) y la eficacia (conseguir los objetivos) como sistema de análisis del procedimiento, sin entrar a valorar ni la bondad del fin conseguido ni la bondad del medio empleado. Este pensador, así pues, era profundamente escéptico sobre la relación progreso científico progreso social.

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1 Los números entre paréntesis corresponden a la página del libro "Invitació a la sociologia" (Peter L. Berger, Herder, 2004) donde la idea expresada tiene su correlato con el texto de Berger. Una misma idea se puede aplicar tanto a una situación -la venganza, como institución- como a su antónimo -la nueva ley, como institución-, indicando así que, al margen de la opinión propia, el análisis sociológico no es un análisis moral.

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